El impacto del cambio climático en los recursos hídricos y en la calidad del agua se dejará notar durante décadas, pero hay maneras de limitar sus efectos. Aunque buena parte de la responsabilidad es de la industria, cada uno de nosotros utiliza actualmente tal cantidad de agua, que cada gota que podamos ahorrar implicará una diferencia positiva mundial.
Algunas acciones sencillas, como duchas breves en lugar de bañarse o cerrar el grifo mientras nos afeitamos o mientras nos lavamos los dientes puede tener efectos notables en nuestro consumo diario. También es aconsejable asegurarse de que los grifos e inodoros no goteen, y no regar más de lo necesario las plantas o el césped.
Igualmente, existe todo un abanico de nuevas tecnologías que podemos emplear para reducir el consumo de agua en nuestros hogares, y que pueden ayudarnos a ahorrar dinero. Algunas lavadoras son capaces de ajustar su consumo de agua en función de la carga, y los inodoros con descarga ajustable ya son bastante frecuentes. Incluso muchos lavavajillas ya utilizan menos agua que cuando se lava a mano.
Durante los meses fríos, el suministro de agua caliente puede optimizarse fácilmente mejorando el aislamiento de las tuberías. La instalación de calentadores instantáneos en los lugares de mayor uso de agua caliente, como los fregaderos de las cocinas o las duchas, reduce la cantidad de agua que se pierde mientras se espera a que salga caliente.
Con todo, el uso consciente sigue siendo una de las mejores formas de ahorrar agua. La cantidad de agua que, en promedio, consumen la mayoría de africanos al día es menor que la que se usa en Europa o en la Argentina cada vez que tiramos de la cadena o pulsamos el enjuague del inodoro. Este dato es por sí sólo bastante elocuente de la responsabilidad que tenemos todos de utilizar el agua de forma más eficiente.
Si la disponibilidad de agua va a ser mucho menor, utilizar menos y hacerlo de forma más eficiente se convierte en una necesidad vital; y en una responsabilidad de todos y cada uno, sin excepción. De entrada, para llevar el agua allí donde hace falta se necesita gran cantidad de energía. Eso significa que, si se consume menos agua, también se emitirán menos gases de efecto invernadero para producir la energía precisa para bombearla.